jueves, 2 de julio de 2009

En la canícula de julio



"El calor me hizo despertar al filo de la medianoche. Y el sudor. El cuerpo de aquella mujer hecho de tierra, envuelto en costras de tierra se desbarataba como si estuviera deritiendose en un charco de lodo. yo me sentía nadar entre el sudor que chorreaba de ella y me faltó el aire que se necesita para respirar, Entonces me levante, la mujer dormía. de su boca borbotaba un ruido de burbujas muy parecido al del estertor.
Salí a la calle para buscar el aire; pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí.
Y es que no había aire; sólo la noche entorpecida y quieta, acalorada por la canícula de agosto.
No había aire. Tuve que sorber el mismo aire que salía de mi boca, deteniéndolo con las manos antes de que se fuera, lo sentía ir y venir, cada vez menos; hasta que se hizo tan delgado que se filtró entre mis dedos para siempre."
Pedro Páramo.

Estas tardes de calor me transportan a lugares extraños y silenciosos. No puedo evitar recordar a uno de mis escritores favoritos, Juan Rulfo. Sus fotografías son fascinantes.

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