¿Le sentó mal el último sake o la medicación se la receta su veterinario?
Los domingos son días que no suelen caernos bien. Tienen un áspero sabor al irritante sonido del despertador que espera en nuestra mesilla para interrumpir el sueño que todavía no hemos llamado. Pero en la mañana del domingo aún hay espacio para la esperanza, para la no anticipación del autobús del lunes. Todavía queda lejos la oficina, las prisas y las tareas pendientes de la semana.
Los domingos por la mañana mi casa se llena del aroma de las tostadas y, junto a una taza de café recien hecho, me gusta abrir el periódico y sumergirme entre las noticias del diario. Pronto dicha actividad se ve alterada por la bulliciosa vida de mi pequeño hogar. Cuando logramos salir para disfrutar de un paseo matutino el periódico se viene con nosotros, convertido en un manojo de papeles desordenados. A lo largo del día estos papeles iran apareciendo en distintos lugares, como si trataran, inutilmente, de llamar nuestra atención.
El lunes las mismas páginas arrugadas de mi viejo periódico tratan de mostrarse sugerentes y me detengo en ellas, a pesar de que ya se venden noticias frescas en el kiosko de la esquina. Me siento a leerlo y pienso en un breve relato del fantástico Cortazar
Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo.
Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de la plaza.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis.
Tomado de: Historia de Cronopios y de Fama. Ediciones Minotauro, Buenos Aires, 1972.
Feliz semana.
De vez en cuando me gusta escuchar la radio italiana y saber qué se cuece por aquellas tierras. Ultimamente, se habla bastante de inmigración, pocas veces en términos positivos por cierto. Hace poco se condenaba a la comunidad rumana por una horrible violación a una chica de 21 años cometida en Guidonia. Ese caso de violencia sexual ha saltado a todos los medios. Sin embargo, habría que preguntarse por qué no se habla de las agresiones sexuales cometidas por italianos, acaso son menos deleznables?. El problema, en este caso, no es la inmigración, el sexismo es la base sobre la que se sustentan ese tipo de agresiones.
¿Qué está ocurriendo en Italia para que llegue a privarse a las personas de derechos fundamentales, como la atención sanitaria? ¿Quién ha votado a Silvio Berlusconi? ¿Qué tipo de mensajes se están transmitiendo para generar el miedo hacia personas de determinadas nacionalidades? Italia, como España, no se acuerda de su pasado de emigrantes y cierra las puertas sin dar soluciones.
